Este finde mi novio y yo, aprovechando el solazo que hizo, decidimos buscarnos un plan alternativo a la playa. Yo siempre tuve muchas ganas de aprender a hacer surf; me paso media vida con la cara pegada al monitor de mi ordenador y la idea de meterme en el mar, que me dé el sol en la cara y pasármelo bien sobre una tabla de surf se me ha hace irresistible. Buscando, buscando, vi un montón de escuelas de surf tanto por A Coruña, como por Lugo; pero una amiga mía que también es bastante playera me recomendó que fuera a Sensación Surf; y como soy de dejarme recomendar, a ellos les confiamos nuestro aprendizaje en esto del surf.

Lo que me gustó de Sensación Surf, además de venir recomendados, es que me facilitaron el alojamiento, no tuve que llevar ningún equipo de surf puesto que ellos me lo suministraron todo, me parecieron comprensibles por teléfono (tengo la misma coordinación que un pato borracho) y tienen a mayores la posibilidad de ir en bici por distintas rutas de la zona, también ordenadas en función de lo bien que se domine la bicicleta.

Vamos, que me gustó mucho la propuesta. Así que el viernes después de salir de la ofi nos marchamos a Lugo a conocer la escuela de Surf y aprender por fin a subirnos a una tabla. Hoy, tras todo el finde disfrutando como una enana, he de decir que la experiencia me ha encantado. Se han portado genial como nosotros; en especial Antón, y repetiremos, eso sí, en la oficina se han reído mucho de mí porque apenas podía moverme por la mañana, ¡menudas agujetas! Aunque sin duda mereció la pena. Ahora que viene el veranito, repetiré la experiencia y volveré a Lugo, a Foz a por otras clases de surf… aunque aún me queda la tira para poder ir a las clases de perfeccionamiento.